... De cómo, un día alguien cambia completamente tu forma de ver la pastelería...

Creo que todo el mundo tiene un antes y un después cuando se inicia en este mundillo. Al comienzo, empiezas ilusionada a más no poder porque tus únicas referencias son cuánto te encanta comer dulces y lo maravilloso que parece trabajarlos cuando lo ves en una peli (normalmente romanticona a más no poder). Luego cuando empiezas, te das cuenta de lo ingenua que has sido, que durante toda tu vida solo habías alcanzado a ver el 1% de lo que supone conocer los entresijos de la pastelería... y que todo no es tan "happy" como te imaginabas. Pero aún así, te gusta y te enamoras más.

Y sigues.

Y aprendes cosas nuevas todos los días, y te mueres de la rabia cuando algo no te quiere salir bien, y te frustras cuando algo te sale bien y un día, por arte de magia, no quiere salir como debería, y te flipas de aquí al infinito y más allá cuando controlas una técnica nueva. Y así van pasando los días, y aunque no te des cuenta,  vas mejorando.

Y un sinfín de personas y referencias desfilan frente a ti, gente que tenías en un pedestal... y resultaron ser simples mortales, gente que trabaja super bien pero son insoportables, gente que te cae bien pero no sabes por qué tú no les caes bien a ellos, gente que son un desastre trabajando y gente que no tienes ni santa idea de porqué están ahí teniendo las mismas o mejores oportunidades que tú.

Pero siempre hay alguien, ese "alguien", que hace que definitivamente te enamores de esto. Hay una persona que aparece fugazmente en tu vida, que te enseña que hay un "nivel" superior en esto, en el que todo está perfectamente coordinado, en el que puedes tener una buena simbiosis con el reloj, y que el proceso se disfruta antes, durante y después.

Ahí sin duda sabes, que, pase lo que pase, has llegado para quedarte.